En la historia de las apropiaciones culturales, la música de jazz o el flamenco marcan un hito. Ambas músicas son expresiones genuinas de dos pueblos a los que en sus respectivos contextos se les ha dado por culo de todos los modos imaginables posibles, incluso de modo físicos. Son músicas marginales, identitarias para dos grupos aplastados, que el sistema, en virtud de su rentabilidad industrial, ha pervertido convirtiéndolas en perritos amaestrados. El jazz se ha convertido en una manifestación intelectual de un puñado de blancos gafapastas (y de negros travestidos en blancos como los Marsalis, Michael Jackson, Quincy Jones, Beyoncé y Rihanna -que hasta su nombre agrada a los sionistas-) y el flamenco se ha convertido en “fusion”. Cuidado que soy fan de Paco de Lucía, pero después de 1981 me interesa más Paco Cepero que Paco de Lucía. Los cielos de USA le sentaron artísticamente poco bien a PdL. Como a Stravinsky. ¿Resultado? Música técnicamente impecable, de gran complejidad teórica, pero sin raíz alguna. Y las letras… bueno. Echad un vistazo a la del hit más reproducido de Taylor Swift, “All Too Well”, y luego la comparáis con el de Bessie Smith “Nobody Knows You When You’re Down and Out”, cuyo título ya ofende a según que almas o el de Billie Holiday “Strange Fruit”. Miles Davis se dio cuenta del proceso. En los años 80 le recibieron en la casa blanca, porque no quedaba otra al haberse convertido en un icono cultural. Habían pasado por allí un montón de idiotas del ramo y quedaba mal no llamar a Davis, que una década antes había dicho: “el jazz está muerto”. Más o menos se lo llevó Coltrane. Era cosa de las luchas de los años 60, cuando los negros tomaron conciencia de clase, para terminar quedando disueltas sus aspiraciones de libertad en intereses individualistas pequeñoburgueses. Total, que una zorra cargada de joyas le preguntó: - “¿Por qué el jazz está muerto? ¿En que se basa usted para decir esa barbaridad?” Davis le espetó: - “El jazz es ignorado aquí porque los blancos viven para terminar quedándose con todo”. La zorra rica, ante tal afirmación marxista contraatacó: - “¿Y qué ha hecho usted que sea tan importante en la vida? Y más aún: ¿Por qué está usted aquí?”. A lo que Miles respondió: - “Yo habré cambiado la historia del jazz cinco o seis veces. ¿Qué ha hecho usted aparte de ser blanca y rica, cosa que me importa una puta mierda?” En las artes plásticas ha ocurrido igual. Los momentos en que el arte fue genuino, era la expresión agónica de un pueblo. A renglón seguid la teocracia se encargó de apropiárselo, diluirlo, asimilarlo y desactivar cualquier cosa que pudiera molestar en él. Hay una correlación entre la pintura religiosa del pasado y el arte abstracto. No dejan de ser la doma de expresiones artísticas genuinas, transformadas en caca de perro para que no pueda incomodar a los que mandan. Alguien que pintara el genocidio de los palestinos o los armenios o los albano-kosovares molesta. La pintura de estampas religiosas o la mierda enlatada de artista, en cambio, no. Así se convierte en expresión de las creencias del señor o en sustituto de las charadas de su bufón.
La apropiación cultural del blues es tela. Baste echar un vistazo a qué cantaba la generación beat y batía récords de popularidad, cuando las versiones originales habían quedado a merced del circuito racial del R&B o mucho. Pero ahí tienes al dúo de imbéciles, Elvis y Jerry Lee Lewis, que logran hit tras hit cantando como negros mientras a los negros se les ignora. Por ejemplo, el original: https://www.youtube.com/watch?v=oW0CilI_ikc La versión eléctrica: https://www.youtube.com/watch?v=5jcGY7NbaQw La que tiene éxito: https://www.youtube.com/watch?v=x-wN1RO-P00 Que sean blancos los instrumentistas de Fleetwood, que calcan la versión de Elmore no tiene nada que ver...
En la historia de las apropiaciones culturales, la música de jazz o el flamenco marcan un hito. Ambas músicas son expresiones genuinas de dos pueblos a los que en sus respectivos contextos se les ha dado por culo de todos los modos imaginables posibles, incluso de modo físicos. Son músicas marginales, identitarias para dos grupos aplastados, que el sistema, en virtud de su rentabilidad industrial, ha pervertido convirtiéndolas en perritos amaestrados. El jazz se ha convertido en una manifestación intelectual de un puñado de blancos gafapastas (y de negros travestidos en blancos como los Marsalis, Michael Jackson, Quincy Jones, Beyoncé y Rihanna -que hasta su nombre agrada a los sionistas-) y el flamenco se ha convertido en “fusion”. Cuidado que soy fan de Paco de Lucía, pero después de 1981 me interesa más Paco Cepero que Paco de Lucía. Los cielos de USA le sentaron artísticamente poco bien a PdL. Como a Stravinsky. ¿Resultado? Música técnicamente impecable, de gran complejidad teórica, pero sin raíz alguna. Y las letras… bueno. Echad un vistazo a la del hit más reproducido de Taylor Swift, “All Too Well”, y luego la comparáis con el de Bessie Smith “Nobody Knows You When You’re Down and Out”, cuyo título ya ofende a según que almas o el de Billie Holiday “Strange Fruit”.
ReplyDeleteMiles Davis se dio cuenta del proceso. En los años 80 le recibieron en la casa blanca, porque no quedaba otra al haberse convertido en un icono cultural. Habían pasado por allí un montón de idiotas del ramo y quedaba mal no llamar a Davis, que una década antes había dicho: “el jazz está muerto”. Más o menos se lo llevó Coltrane. Era cosa de las luchas de los años 60, cuando los negros tomaron conciencia de clase, para terminar quedando disueltas sus aspiraciones de libertad en intereses individualistas pequeñoburgueses. Total, que una zorra cargada de joyas le preguntó:
- “¿Por qué el jazz está muerto? ¿En que se basa usted para decir esa barbaridad?” Davis le espetó:
- “El jazz es ignorado aquí porque los blancos viven para terminar quedándose con todo”.
La zorra rica, ante tal afirmación marxista contraatacó:
- “¿Y qué ha hecho usted que sea tan importante en la vida? Y más aún: ¿Por qué está usted aquí?”.
A lo que Miles respondió:
- “Yo habré cambiado la historia del jazz cinco o seis veces. ¿Qué ha hecho usted aparte de ser blanca y rica, cosa que me importa una puta mierda?”
En las artes plásticas ha ocurrido igual. Los momentos en que el arte fue genuino, era la expresión agónica de un pueblo. A renglón seguid la teocracia se encargó de apropiárselo, diluirlo, asimilarlo y desactivar cualquier cosa que pudiera molestar en él. Hay una correlación entre la pintura religiosa del pasado y el arte abstracto. No dejan de ser la doma de expresiones artísticas genuinas, transformadas en caca de perro para que no pueda incomodar a los que mandan. Alguien que pintara el genocidio de los palestinos o los armenios o los albano-kosovares molesta. La pintura de estampas religiosas o la mierda enlatada de artista, en cambio, no. Así se convierte en expresión de las creencias del señor o en sustituto de las charadas de su bufón.
También agregaría el blues, como usurpación cultura.
ReplyDeleteSaludos
La apropiación cultural del blues es tela. Baste echar un vistazo a qué cantaba la generación beat y batía récords de popularidad, cuando las versiones originales habían quedado a merced del circuito racial del R&B o mucho. Pero ahí tienes al dúo de imbéciles, Elvis y Jerry Lee Lewis, que logran hit tras hit cantando como negros mientras a los negros se les ignora.
DeletePor ejemplo, el original:
https://www.youtube.com/watch?v=oW0CilI_ikc
La versión eléctrica:
https://www.youtube.com/watch?v=5jcGY7NbaQw
La que tiene éxito:
https://www.youtube.com/watch?v=x-wN1RO-P00
Que sean blancos los instrumentistas de Fleetwood, que calcan la versión de Elmore no tiene nada que ver...