Review by Anthony Tognazzini
This live date captures Hammond organ master Jimmy Smith, guitarist George Benson, and drummer Donald Bailey performing in 1968 for a fun-loving crowd at an intimate club in Atlanta, Georgia. As per usual with Smith, the fare is bluesy soul-jazz par excellence, with a warm feeling reminiscent of Sunday church meetings and backyard barbecues. But where many of Smith's albums pack a funky wallop suitable for dancefloor workouts, The Boss hangs back a bit, grooving smoothly along blues progressions that allow Benson and Smith to stretch out. The trio setting abets the reserved vibe here; there is an almost chamber-jazz feel at times, as Smith and Benson trade leads, while Bailey keeps the ship steady. Smith's mastery of the keys unfurls itself in flurries of activity (especially on the swirling clouds of sound on the title cut), and Benson's beautifully phrased solos remind listeners that he was a fine, straight-up jazz player (before moving into commercial pop in the later '70s and '80s). While not as hot and sweaty as some of Smith's output, The Boss' grooves are no less admirable (or intense) for their measure and grace.
https://www.allmusic.com/album/the-boss-mw0000209259
This live date captures Hammond organ master Jimmy Smith, guitarist George Benson, and drummer Donald Bailey performing in 1968 for a fun-loving crowd at an intimate club in Atlanta, Georgia. As per usual with Smith, the fare is bluesy soul-jazz par excellence, with a warm feeling reminiscent of Sunday church meetings and backyard barbecues. But where many of Smith's albums pack a funky wallop suitable for dancefloor workouts, The Boss hangs back a bit, grooving smoothly along blues progressions that allow Benson and Smith to stretch out. The trio setting abets the reserved vibe here; there is an almost chamber-jazz feel at times, as Smith and Benson trade leads, while Bailey keeps the ship steady. Smith's mastery of the keys unfurls itself in flurries of activity (especially on the swirling clouds of sound on the title cut), and Benson's beautifully phrased solos remind listeners that he was a fine, straight-up jazz player (before moving into commercial pop in the later '70s and '80s). While not as hot and sweaty as some of Smith's output, The Boss' grooves are no less admirable (or intense) for their measure and grace.
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Reseña de Anthony Tognazzini
Esta cita en vivo captura al maestro del órgano Hammond Jimmy Smith, al guitarrista George Benson y al baterista Donald Bailey actuando en 1968 para un público amante de la diversión en un club íntimo de Atlanta, Georgia. Como es habitual en Smith, el plato es el soul-jazz bluesero por excelencia, con un sentimiento cálido que recuerda a las reuniones dominicales en la iglesia y a las barbacoas en el patio trasero. Pero donde muchos de los álbumes de Smith tienen un toque funky adecuado para los entrenamientos en la pista de baile, The Boss se queda un poco más atrás, siguiendo las progresiones del blues que permiten a Benson y Smith estirarse. La configuración del trío favorece la vibración reservada aquí; a veces hay una sensación casi de jazz de cámara, ya que Smith y Benson llevan la delantera en el comercio, mientras que Bailey mantiene el barco firme. El dominio de los teclados por parte de Smith se despliega en ráfagas de actividad (especialmente en las nubes de sonido arremolinadas del corte del título), y los solos bellamente fraseados de Benson recuerdan a los oyentes que era un excelente y directo músico de jazz (antes de pasar al pop comercial a finales de los 70 y 80). Aunque no son tan calientes y sudorosos como algunos de los trabajos de Smith, los ritmos de The Boss no son menos admirables (o intensos) por su medida y gracia.
https://www.allmusic.com/album/the-boss-mw0000209259
Esta cita en vivo captura al maestro del órgano Hammond Jimmy Smith, al guitarrista George Benson y al baterista Donald Bailey actuando en 1968 para un público amante de la diversión en un club íntimo de Atlanta, Georgia. Como es habitual en Smith, el plato es el soul-jazz bluesero por excelencia, con un sentimiento cálido que recuerda a las reuniones dominicales en la iglesia y a las barbacoas en el patio trasero. Pero donde muchos de los álbumes de Smith tienen un toque funky adecuado para los entrenamientos en la pista de baile, The Boss se queda un poco más atrás, siguiendo las progresiones del blues que permiten a Benson y Smith estirarse. La configuración del trío favorece la vibración reservada aquí; a veces hay una sensación casi de jazz de cámara, ya que Smith y Benson llevan la delantera en el comercio, mientras que Bailey mantiene el barco firme. El dominio de los teclados por parte de Smith se despliega en ráfagas de actividad (especialmente en las nubes de sonido arremolinadas del corte del título), y los solos bellamente fraseados de Benson recuerdan a los oyentes que era un excelente y directo músico de jazz (antes de pasar al pop comercial a finales de los 70 y 80). Aunque no son tan calientes y sudorosos como algunos de los trabajos de Smith, los ritmos de The Boss no son menos admirables (o intensos) por su medida y gracia.
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